Corría el minuto 37, apenas dos después de que Marchisio adelantara a Italia, cuando un centro medido de Rooney encontraba a Sturridge en el área pequeña. Inglaterra empataba y se desataba la euforia en el campo, en la grada... y en el banquillo. Allí, un fisioterapeuta, Gary Lewin, fue tan efusivo que no se percató de una botella de agua a sus pies. Su salto de celebración se encontró el regresar al suelo con dicho objeto y la desgracia cayó sobre Lewin. Tobillo fracturado, retirada en camilla y protagonista secundario en el mejor partido del Mundial hasta el momento. Eso sí, según el seleccionador inglés, Roy Hodgson, "el Mundial se acabó para él".